Reconstruir y levantar de nuevo un edificio, en esta caso religioso, fue siempre un complejo proceso, nunca reducido a la simple tarea de abrir cimientos, colocar los sillares y levantar los muros; labrar la piedra para darle forma a los tambores de las columnas y limpiar el lugar para dejar paso a la colocación de bóvedas destinadas a cubrir las naves del edificio.
En todo proceso de levantacion de un nuevo inmueble hay también una difícil y sinuosa labor administrativa tales como elaboración de planos, presupuestos, solicitudes, subastas y requerimientos hasta llegar a la adjudicación y la aprobación de la obra terminada.
Como corresponde también, en todo proceso constructivo de tal envergadura intervienen autoridades del Estado (Alcalde y Corporación locales), autoridades eclesiásticas (Obispo de la Diócesis, Párroco del pueblo y Junta Diocesana) y profesionales de la construcción arquitectónica (arquitectos municipales, maestros de obra, albañiles, pintores,carpinteros, peones, etc).
Pero en todo proceso constructivo influyen, sobre todo, los afanes y las inquietudes de un pueblo, mayoritariamente anónimo, abrumado por la destrucción del único edificio con que contaba para celebrar los actos religiosos.
Este fue el caso del pueblo de la Vega de Santa Brígida, que en la noche del 21 al 22 de Octubre de 1987 presenció atónito e incrédulo al gran incendio, ciertamente fortuito, que redujo a cenizas la segunda iglesia que en el pueblo se había construido.
El estudio del mínimo cambio constructivo desemboca en el análisis de unas formas estilísticas que nos permiten encuadrar al edificio en una de las numerosas corrientes en que se disyuntó la arquitectura canaria a finales del siglo XIX.
El análisis de todos estos procesos y agentes que actúan en este mencionado proceso constructivo enriquece el conocimiento de la historia reciente del pueblo de Santa Brígida, porque desvela que detrás de una torre aislada, detrás de unos sillares minuciosamente cuidados y bajo una bóveda de medio cañón se oculta siempre la sencilla historia del diario -a menudo difícil- vivir, de un pueblo como Sataute; con sus creencias religiosas antiquísimas, sus ilusiones, sus rencillas, sus afanes cotidianos y sus sacrificios económicos.
En estos párrafos anteriores está la justificación del planteamiento rigurosamente cronológico que seguirá este trabajo, debido al hecho de que un encuadre sociológico quizás le daría un significado que solo provocaría mas empobrecimiento del conocimiento histórico.